Soy un empedernido lector de prensa, aunque reconozco que siempre sigo una línea ideológica concreta: diariamente leo el País, el Periódico de Catalunya y el Público. Desde hace tiempo he caído en la cuenta de que escribir en un periódico significa tener la habilidad de ENGAÑAR CON LA VERDAD. Pocas noticias hay que podamos decir que tengan como objetivo informar al lector; la inmensa mayoría están orientadas a ofrecer una mercancía atractiva, aunque para ello tengan que desvirtuar la información, o directamente manipular la opinión pública, según los intereses del grupo editorial o económico, o, ya en grado extremo, manipular la realidad misma. Un ejemplo clarísimo de esto último ha sido la creación de una crisis económica inexistente por medio de la implantación de un estado de ánimo depresivo en la población; basándose en que el peor enemigo de la economía de un país es el pesimismo. Pero no quiero remover agua pasada, no voy a buscar retrospectivamente ejemplos de manipulación informativa, sino que, a partir de hoy, voy a poner en este blog algún ejemplo que encuentre en los periódicos que lea.
Los políticos mienten, pero no engañan a nadie, porque los conocemos; mientras que los periodistas engañan con la verdad, y eso es peor.
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