jueves, 6 de enero de 2011

Por qué me caen mal los periodistas

Porque detesto el engaño, la doblez y el cinismo. Además, el  inmenso e incontrolado poder de los periodistas hace que me sienta indefenso, y la impotencia es el mejor abono para el crecimiento de la rabia y el rechazo.
Creo que este sentimiento cuajó con la brutal campaña que acabó con la mejor ley de educación que se ha hecho jamás en España: la LOGSE. Y lo que más rabia me dio fue que se hizo con mentiras evidentes, que se implantaron por el método de repetirlas mil veces en lo periódicos, silenciando la realidad. En otro lugar he desarrollado esta argumentación; pero de nada sirve mostrar a gritos la verdad si los odiados periodistas repiten y repiten sus mentiras y millones de personas se aferran a ellas. Ya lo dijo Maquiavelo en el siglo XVI, si instalas una mentira en la mente de la mayoría, quien vea la realidad y la enseñe, aunque sea evidente, será tomado por insensato.
Anteriormente  había habido otras muestras del cinismo periodístico, la que me viene a la mente es la campaña contra la ley “Corcuera”, sospecho que financiada por los narcotraficantes a quienes ponía en verdaderos aprietos.
Actualmente se está dando otro caso  parecido con la ley que protege a los ciudadanos de la agresión tóxica de los fumadores en los lugares cerrados. Esta vez los periódicos no mienten, utilizan la verdad para engañar. Para desprestigiar la ley instalan en la mente de la gente la idea de que esta ley provocará violencia. El método es claro: entre los cientos de peleas que han tenido lugar en los bares en España a partir del primero de año, han seleccionado para repetir hasta la saciedad LA ÚNICA que se puede relacionar con la ley y que , probablemente, se deba más al matonismo de sus protagonistas. Por otra parte, amplifican en los medios de comunicación los pocos casos de cerrilismo, típico de españoles de otras épocas, de algunos delincuentes dueños de bares, supongo que para buscar la imitación en otros personajes que se sientan aislados en su burrería; pero silencian la voz de millones de profesionales respetuosos con la salud ajena y la opinión de todos los médicos responsables de la salud pública. Si la campaña contra la ley Corcuera me hizo sospechar de la larga mano de los traficantes, la actual me hace mirar hacia el dinero de las compañías tabacaleras.
En el caso de la LOGSE  el perjuicio por la actitud de los periodistas es  intangible para la mayoría, que no puede captar el daño provocado, que fue inmenso; pero la ley antitabaco está pensada para salvar muchas vidas, solo hay que ver la opinión de los expertos en salud pública, y su derogación supondría muchas muertes. Por esto detesto a los periodistas.  No vale decir que hay uno o cuatro que están a favor de la ley, el problema es que son cómplices al no denunciar la actitud de los otros miembros de su corporación.