lunes, 30 de julio de 2012

Forja de un rumor o el "dicen y que han dicho..."


Aprovecho el artículo de Álex Grijelmo en el País http://elpais.com/elpais/2012/07/19/opinion/1342716341_843818.html
para retomar el hilo de este blog, que tenía abandonado, no por falta de material, sino por desmotivación: estoy seguro de que a nadie le importan los tejemanejes de los medios de comunicación; es más, molesta que se pongan en evidencia, porque muchos de ellos sirven para llevar el agua al molino de  la ideología de cada uno. Pero, por si hay algún chalado que prefiera reflexionar sobre lo que lee antes de seguir el camino que le marca el dedo índice de otra persona o su propio fanatismo, y para desahogarme un poco, he puesto en blanco y negro lo que pienso.

Este artículo sobre la manipulación del rumor en los medios de comunicación ha tenido el efecto de hacerme pensar, en parte porque estoy de acuerdo y en parte porque lo considero incompleto y al que se le puede aplicar aquello de “ver la paja en ojo ajeno y no ver la viga en el propio”. El autor viene a denunciar la mala práctica periodística que supone el uso de formas impersonales del verbo haber, especialmente el potencial habría, para dar como ciertos lo que no son sino rumores; a veces, inventados por el mismo periodista [esto último es de mi cosecha]. Estoy de acuerdo en que el dominio de los matices de significado en las formas verbales da a los periodistas una gran ventaja a la hora de manipular la opinión del lector, sin que este sea consciente. Sustenta su opinión en múltiples ejemplos de medios de comunicación ajenos al País; sin embargo, unas páginas más adelante tiene  dos ejemplos de mala práctica periodística, mediante la cual se expresa una opinión personal justificándola  con una palabra ambigua con tintes de autoridad. Un titular dice así: Los analistas alertan de “la complicada relación con Madrid”. Independientemente de la veracidad de la noticia, en la redacción y la composición tipográfica del titular encontramos dos elementos que inducen a pensar que es un rumor sin fundamento; en primer lugar el sustantivo “analistas”: ¿Qué analizan estos señores y qué métodos de análisis utilizan?; además, ¿todos los analistas están de acuerdo y qué método estadístico se ha seguido para conocer su opinión y poder dar una información tan tajante? Después, al entrecomillar la segunda proposición, “la complicada relación con Madrid”, expresan que ellos lo único que hacen es transcribir literalmente lo que otros más autorizados han escrito, cosa que es mentira. La sabiduría popular albaceteña lo sintetiza así: “dicen y que han dicho, pero a mí no me lo creas”; creo que queda más claro y engaña menos.

En la página siguiente, un subtítulo incide en el mismo error: “El nulo rendimiento de las zonas forestales y el coste del mantenimiento llevan al abandono de los propietarios. Los expertos ven en la biomasa una solución”,  [el subrayado es mío]. El caso es similar al anterior.

Los dos ejemplos anteriores nos dan una idea de las formas de manipulación de la información que alejan al periodista del oficio de mensajero para convertirlo en un activista político. En esos dos casos, la repercusión política podemos de decir que no es importante; sin embargo en los dos que voy a exponer a continuación la malicia y el perjuicio para la sociedad son evidentes. En ellos se hace patente la intención de sembrar el  miedo, la desesperación y el desánimo entre la población con el fin de obligarnos a claudicar y rendirnos. Una vieja táctica del quintacolumnismo traidor. En las ediciones de estos últimos días han aparecido dos comentarios sobre los datos que ha proporcionado la encuesta de población activa. Estos datos pretenden valorar la “objetividad” de los números, cuando en realidad son lo más subjetivo que podemos utilizar. En los artículos a los que me refiero el periodista manipula estos datos, para aterrorizarnos aún más si cabe, dándoles una interpretación sesgada y truculenta. Lo único que deja claro esta encuesta es la diferencia que hay entre las personas en edad de trabajar y los que cotizan a la seguridad social, y aun ni eso, por lo que he podido ver, porque no tiene en cuenta la flexibilidad en la edad de jubilación; hay una confusión total entre los parados y los inactivos; por ejemplo, considerar parado o inactivo a un joven entre 16 y 25 años es una falacia, porque a esa edad la mayoría está estudiando y depende de los padres, aunque algunos hayan echado solicitudes para trabajos a tiempo parcial o de temporada, en un intento de acercarse al mercado laboral; no niego que haya algunos en esa franja de edad que busquen trabajo en serio, pero habría que separar unos y otros, para no caer en el catastrofismo.

Estoy hasta la coronilla de escribir que la única manera de resolver un problema es planteándolo con datos lo más exactos y objetivos que sea posible  y que inflando las cantidades lo único que se consigue es el desánimo y la desorientación. Claro que “ a río revuelto, ganancia de pescadores” y “el miedo guarda la viña”, esto lo saben muy bien los sinvergüenzas que extienden esta clase de rumores catastrofistas.

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